viernes, 13 de febrero de 2009

Una progresion natural



Una progresión natural
Acerca de esto tenemos mucho que decir, pero es difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oir. Debiendo ser ya maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales, que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido. Hebreos 5.11–12
La frustración del autor de Hebreos, muchos de nosotros la hemos experimentado en nuestros propios ministerios. Es la de estar trabajando con personas que hace años están en el Camino, y sin embargo una y otra vez se les tiene que volver a recordar cuál es el A, B y C del evangelio.
El pasaje de hoy nos revela una importante verdad. La progresión natural de la vida espiritual de cualquier hijo de Dios es que eventualmente se convierta en maestro. Cuando el autor se refiere a maestros, no está usando la palabra en el sentido de los roles ministeriales que han sido dados a la iglesia, según Efesios 4. Más bien está haciendo referencia a aquellos que, habiendo madurado, deben comenzar a impartir a otros la vida que han recibido. Esto no es más que la progresión lógica de la vida misma. Nuestros hijos crecen, maduran y eventualmente formarán sus propias familias, reproduciendo su vida en otros.
Dentro de la iglesia, no obstante, tenemos un segmento que se ha dedicado incansablemente a buscar oportunidades para nutrir solamente su propia vida espiritual. Viven asistiendo a conferencias, cursos y seminarios, o leyendo libros que les ayudarán a ser mejores hijos de Dios. Pero no avanzan hacia ese estado en el cual comienzan a interesarse más en el crecimiento de los demás que en el propio.
Lo irónico de esto es que tampoco les es de provecho lo que están acumulando para sí mismos. Se convierten en «tardos para oir» y necesitan volver una y otra vez a los rudimentos de la Palabra, porque no usan lo que tienen correctamente. Al igual que el maná de los israelitas, la enseñanza que no se utiliza se echa a perder.
¿Cómo afecta esto nuestro ministerio como pastores? Pues muchas veces nosotros perdemos tiempo con estas personas, porque su entusiasmo por seguir aprendiendo parece ser verdaderamente espiritual. Pero no hay frutos que demuestran que han dejado de lado ese egoísmo que les lleva a pensar solamente en sí mismos. Nuestra responsabilidad consiste en dirigir lo mejor de nuestros recursos hacia aquellos que sí están interesados en avanzar hacia la condición de maestros.
¿Cuál es su responsabilidad para con este grupo? No los abandone, ni les dé la espalda. Pero no ponga todo su esfuerzo aquí tampoco. Invierta con sabiduría, donde su inversión va a llevar a que sus discípulos se reproduzcan en la vida de otros.
Para pensar:
Quizás una de las razones por las cuales la gente siempre quiere más es porque nosotros no hemos sido suficientemente claros en cuanto al verdadero llamado del cristiano. El reconocido autor, Gordon MacDonald dice de Cristo que, cuando las multitudes crecían mucho, el Maestro se esmeraba «por hacer cada vez más claro el costo del discipulado. Es casi como si estuviera diciendo que el tamaño de la multitud indicaba que la gente no le había entendido bien; sino no estarían siguiéndolo tantas personas».
Un gran abrazo del Pastor Nelson Matto

lunes, 2 de febrero de 2009

ORAR POR LOS NUESTROS

Orar por los nuestros .
Epafras, que es uno de vosotros, siervo de Jesucristo, os envía saludos, siempre esforzándose intensamente a favor vuestro en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completamente seguros en toda la voluntad de Dios. Colosenses 4.12 (LBLA)
Los datos acerca de Epafras son escasos. Muchos comentaristas creen que fue una de las personas claves en el establecimiento de la Iglesia en Colosas, además de ser compañero de Pablo en su primera encarcelación. La verdad es que quedará perdido entre los millares de héroes anónimos que fueron parte de la expansión de la iglesia durante el primer siglo.
Nuestro versículo de hoy, sin embargo, nos da un pequeño vistazo de la clase de persona que era Epafras; un hombre de oración que entendía que aun de lejos podía seguir afectando vidas por medio de ruegos y súplicas a favor de ellos. Según el testimonio de Pablo, esta intercesión se llevaba adelante con una intensidad y un fervor que delataban una pasión poco común entre los que servían.
No solamente esto, sino que este varón también mostraba gran discernimiento en lo que a la iglesia respecta. Sus oraciones no estaban limitadas a peticiones que tenían que ver con los detalles temporales de esta vida, que tantas veces nos ocupan. Epafras pedía que se pudiera cumplir en ellos aquella condición que garantiza resultados eternos, que pudieran estar firmes, que fueran perfectos y completamente seguros en toda la voluntad de Dios.
Sin lugar a dudas Epafras no hacía más que imitar el ejemplo que había visto en el apóstol Pablo. Casi todas las epístolas dan testimonio de que el apóstol oraba frecuentemente por las iglesias que había fundado o visitado. En Romanos testifica: «sin cesar hago mención de vosotros en mis oraciones» (1.9). En primera Corintios Pablo declara: «gracias doy a mi Dios siempre por vosotros» (1.4). En Efesios 1.16 comparte: «no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones». En Filipenses comienza su carta diciendo: «Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros. Siempre en todas mis oraciones ruego con gozo por todos vosotros» (1.3–4). A los Colosenses les dice: «no cesamos de orar por vosotros» (1.9). A los de Tesalónica les recuerda: «damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones» (1.2).
Estos siervos entendían que la oración es una de las armas más efectivas que tiene el pastor a su disposición. Con oración podemos tocar vidas de maneras que no es posible con otras actividades. Sospecho, sin embargo, que muchos de nosotros creemos que el verdadero trabajo del ministerio parece estar en reuniones, visitación y consejería. Richard Foster, en su libro La Oración, nos recuerda que «si realmente amamos a las personas, desearemos para ellos mucho más de lo que tenemos a nuestro alcance darles, y esto nos llevará a orar. Interceder es una forma de amar a otros».
Para pensar:
¿Se podría decir de usted que es una persona que se «esfuerza intensamente» a favor de los suyos en sus oraciones? ¿Qué cosas impiden que pase más tiempo orando por su gente? ¿Cómo puede crecer en este aspecto del ministerio?
Un abrazo del Pastor Nelson Matto.