jueves, 10 de abril de 2008

LA VANIDOSA TORTUGA



LA VANIDOSA TORTUGA
Las tortugas también nos puede servir para reflexionar, veamos y observemos la iniciativa de una de ellas en fábula.
Según la fábula de Esopo, había una tortuga que, al observar cada año las migraciones de la aves, cierta vez le pidió a dos pájaros que la llevaran consigo. Para ello sugirió la idea de que los dos pájaros sujetasen un palo desde sus extremos con sus picos, y que ella se tomaría con su fuerte boca del medio del palo.
Como las aves mostraron buena voluntad hacia la tortuga, aquel extraño trío remontó vuelo y emprendió el viaje. Pero al poco tiempo un agricultor levantó la cabeza, y alcanzó a ver ese extraño cuadro. Entonces dijo con admiración: "El que tuvo esa idea fue muy inteligente".
Al escuchar esas palabras, la tortuga, que era muy vanidosa, no pudo permanecer callada, y exclamó: "¡Esa idea fue mía!". Y así, por abrir la su boca, cayó en tierra y murió.
La curiosa tortuga de la fábula no es más que una semblanza de la gente que se destruye a sí misma por causa de la vanidad. Hombres y mujeres tan conscientes de sus propias capacidades, que incurren en actitudes ridículas de auto alabanza. Los tales parecen no tener otro afán que el de pregonar sus virtudes, supuestas o reales, con lo que revelan el grado de orgullo que llena sus corazones.
Cuántos se dan aire de importancia, buscan el reconocimiento de los demás, y viven engreídos creyéndose superiores a los demás. Y todo por encarnar el necio espíritu de la citada tortuga, cuyo fin es la ruina inevitable.
El vanidoso es egoísta, vive auto engañado, es despreciativo hacia los demás. Y como resultado, ¿Qué cosecha sino la indiferencia y el repudio del prójimo?.
Pero esto no es todo. El vanidoso, además, prospera muy poco, porque piensa que todo lo sabe y que nada necesita aprender. A él, ¿quién le va a enseñar?. Pero si consigue aprender o adquirir algo nuevo, se volverá tan exhibicionista al mostrar su nueva adquisición, que esa misma actitud desmerecerá sus logros.
Pero lo más lamentable es que la vanidad aleja a Dios. Porque al Altísimo sólo lo buscan quienes reconocen sus limitaciones y necesidades. Es decir, se requiere un grado elemental de humildad para buscar a Dios, para pedir su perdón y para solicitar sus bendiciones. Y el vanidoso carece de humildad, porque es autosuficiente y egocéntrico.
El cree que puede depender sólo de sí mismo, sin necesidad de la ayuda divina. Y por eso así le va. Aunque aparente ser fuerte por fuera, es débil por dentro.
Cuán valiosa es la gracia de la humildad. Quien la posee desarrolla su fe en Dios, ora a él y suple sus necesidades.El humilde es realmente grande a la vista del Altísimo, mientras que el vanidoso es pequeño y ciego para verse en su justa dimensión.
¿Estamos concientes de que la vida plena sólo se consigue con humildad?
. Si lo dudamos, volvamos a la tortuga y veremos su triste final.

Un abrazo del Pastor Nelson Matto

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