viernes, 7 de septiembre de 2007

Círculo de Influencia

¿Te has fijado alguna vez en las olas que resultan cuando tiras una piedra en un lago plácido? Parece que los efectos de esta piedra siguen hasta alcanzar cada orilla del lago. La misma cosa pasa con nuestras vidas. Los efectos de lo que hacemos, quien somos y lo que decimos, siguen y siguen en maneras que nunca podríamos imaginar. Hace muchos años leí un ejemplo
fascinante de esta verdad, pero lo había perdido hasta hoy y para no perderlo otra vez, lo comparto con ustedes inmediatamente.

Max Jukes vivió en Nueva York. Él no creía en Cristo ni en los principios morales del cristianismo. Rehusaba llevar a sus hijos a la iglesia aún cuando ellos pedían que les llevara. La última vez que hicieron un censo de su descendencia contaron 1,026. De estos "hijos de Max", 300 habían sido encarcelados por un promedio de 13 años; 190 eran prostitutas públicas; 680 eran alcohólicos reconocidos. Hasta la fecha de estas últimas estadísticas, esta familia había costado al gobierno más que $420,000. No han hecho
ninguna contribución favorable a la sociedad.

En contraste, Jonatán Edwards vivió en el mismo estado, en los mismos años que Jukes. Él amaba al Señor y aseguró que sus hijos asistían a las reuniones de la iglesia cada domingo entretanto que él servía al Señor al máximo de sus habilidades. Hasta esta fecha, él ha tenido 929 descendientes, de estos 430 eran ministros del evangelio; 86 llegaron a ser profesores de
universidades; 13 llegaron a ser presidentes de universidades; 75 eran autores de libros finos; cinco fueron elegidos para servir en el congreso de Los Estados Unidos y dos en el senado. Uno llegó a ser vicepresidente de los Estados Unidos. Su familia nunca ha costado al gobierno ni un solo centavo pero ha contribuido inmensurablemente en las vidas de millares hasta el día
de hoy.

Hay una diferencia principal entre las olas que resultan de la piedra arrojada en un lago y el impacto que podemos dejar en las vidas de todos los que nos rodean. Las olas en un lago se hacen cada vez más pequeñas, pero los efectos residuales del impacto que dejamos en las vidas de otras personas va siempre en aumento. Claro está que estos impactos pueden ser tanto positivos
como negativos.

Consideramos la maravillosa y creciente oleada de impacto de la vida de Abraham. Dios mismo le dijo, "en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque tú has obedecido mi voz." (Génesis 22:18). Hasta nuestra propia salvación y la explosión del evangelio encuentran su origen en la decisión de Abraham de confiar en el Señor. Nosotros tenemos el privilegio de ser participantes de la bendición de Abraham. Pero la cuestión imperiosa que todos debemos hacer es ¿cuál es el futuro del impacto que yo
estoy dejando en la tierra con mi vida actual?

VIVE DE TAL MANERA QUE TUS PRINCIPIOS SEAN GUÍAS PARA LOS QUE BUSCAN LA JUSTICIA.

(Filipenses 4:9) Lo que también habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practicad, y el Dios de paz estará con vosotros.

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